marzo 19, 2011

Ciudad de Dios


Entre cuchillos y a ritmo de pagode. Así comienza el drama de Ciudad de Dios (2002) de la mano de Fernando Meirelles. Corrupción y música como protagonistas constantes en las calles de la favela. En un ambiente turbio y difícil donde la infancia padece miedo y rabia. Sumergidos en una espiral de violencia las cometas en el cielo no anhelan sueños sino que alertan de la presencia policial, mientras los niños armados demandan justicia a través del disparo. Mané Galinha, Cabeleira o Zé Pequeño ponen cara a todas esas familias víctimas del narcotráfico y del poder fáctico que suplanta al Estado. Ambientada entre finales de la década de 1960 y principios de 1980, esta película, directa a la conciencia, ha marcado un antes y un después. Una vez más, la ficción se consolida como fuente de cambio y la reacción se palpa a pie de calle.
            Tras la emisión de Ciudad de Dios, el ámbito universitario, televisivo y sindical optaron por hablar. El debate, centrado en la verdad de las favelas, alcanzó tal repercusión que incluso las altas esferas del poder tuvieron que participar. “Ustedes tienen que ver Ciudad de Dios porque es una situación que tenemos que cambiar,” alegaba Lula Da Silva durante su campaña electoral; invitando a la reflexión y a la necesidad de actuar. En este contexto, cabe comentar también que dicho film fue emitido en el propio palacio presidencial por voluntad de Henrique Cardoso (presidente de Brasil por aquél entonces) convirtiéndose, así, en un suceso político. De este modo, la película motivó la reforma y favoreció el establecimiento de un nuevo planteamiento tanto político como social.
            La reciente manera de pensar en la seguridad pública incidió en los procesos de transformación de todas las favelas. Un proyecto realmente importante que involucraba a siete ministerios, tres secretarías de estado y al alcalde de Río de Janeiro. En relación a esto, resulta necesario analizar la  estrategia que Lula Da Silva, quien accede a la presidencia del país en 2003, lleva acabo. Con el objetivo de paliar el narcotráfico y la violencia aboga por invertir en la inclusión; frente a las medidas que hasta este momento se estaban adoptando. De esta forma, la policía pierde protagonismo a favor de los residentes de las favelas, interés principal del poder tras la nueva elección. Así pues, nacen diversos programas destinados a la infancia. El Ministerio de Cultura da pie a la creación de numerosos centros culturales y deportivos donde los niños pueden permanecer desde las 08:00h hasta las 18:00h alejándose del peligro de las calles. Sin olvidar, proyectos específicos que  apuestan por la música, como alternativa a la marginalidad.
            Actualmente, las calles de Ciudad de Dios no están limpias y los dramas reaparecen cada día en la prensa y en la televisión. Nuevos ataques, nuevas incursiones... aplazan la calma. Sin embargo y como bien hemos visto, películas como éstas desempeñan un papel decisivo a la hora de abordar y reconocer determinados problemas, al tiempo que ofrecen un espacio para el optimismo. Porque si Buscapé no se planteó rendirse, nosotros tampoco deberíamos hacerlo.  

1 comentario:

  1. Anoche vi esta película y me pareció estupenda. Los 130 minutos no sólo cumplen la función de entretener sino que también documenta la realidad de las favelas de una manera excepcional.
    Me impactaron mucho los créditos finales cuando apareció la grabación de tv real de Mané Galinha.

    Me gustó la peli y me gusta la entrada. Un saludo! ;)

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